Una autoestima sana se refleja en la confianza que tenemos en nuestras cualidades y talentos, en la capacidad de establecer límites
'Erase una vez un hermoso jardín que hacia las delicias de su dueño, quien se dedicaba a él en cuerpo y alma. Cada mañana, cruzaba el jardín, para llenar los cubos con el agua cristalina del arroyo. Luego, recorría el jardín para regar las flores. Él necesitaba dos cubos. Uno era fuerte y reluciente, recién comprado. El otro, en cambio, era viejo y le empezaban a pasar factura los años de servicio. Cada mañana, el jardinero llenaba los dos cubos. El nuevo que estaba muy orgulloso de sí mismo, era capaz de transportar el agua sin derramar una sola gota. El pobre cubo viejo se sentía acomplejado al mirar a su compañero de faena. Era consciente de que tenía muchos agujeros y de que había perdido gran parte del agua para cuando el jardinero alcanzaba las flores. A veces, los cubos conversaban mientras el jardinero los transportaba. El cubo nuevo decía: "Mira lo eficaz que soy. Menos mal que el jardinero me tiene a mí para asegurarse de que sus flores reciben suficiente agua cada día. No sé por qué pierde el tiempo contigo, lo único que haces es ocupar espacio en la caseta". El viejo respondía: "Yo sé, no sirvo para nada, pero lo hago lo mejor que puedo. Gracias a Dios, el jardinero sigue considerándome de utilidad".
Un día, el jardinero escuchó la conversación de los cubos. Al llegar a las flores, las regó como siempre: utilizó el cubo nuevo primero y después el cubo viejo, que, como era habitual, había perdido la mitad del agua. Luego les dijo: "Gracias a los dos por vuestro trabajo. Voy a dejaros de nuevo en la caseta y quiero que os fijéis atentamente en el camino". Ambos comprobaron que el lado del camino por el que el jardinero transportaba el cubo nuevo estaba seco, mientras que el del cubo viejo lucía un hermoso verdor, donde, en unas semanas, creció una bella hilera de flores que atravesaba el largo jardín".
Hay personas que, con frecuencia, ofrecen a los demás un trato más amable y respetuoso del que se dan a ellas mismas. Inclusive, están más dispuestas a sacrificar su tiempo y energía para complacer a otros, en lugar de hacer el mismo esfuerzo cuando ellas mismas lo necesitan. La autoestima es la capacidad que desarrollamos de aceptarnos y querernos a nosotros mismos, independientemente de lo que los demás piensen de nosotros. Valorarnos y tratarnos bien es la clave para conseguir el bienestar y el éxito.
Una autoestima sana se refleja en la confianza que tenemos en nuestras cualidades y talentos, en la capacidad de establecer límites justos en relación con otras personas; también, en la voluntad que tengamos para hacer todo aquello que nos haga sentir mejor y que nos impulse a conseguir nuestras metas.
Somos nosotros quienes les enseñamos a los demás como nos van a tratar. No permitas que alguien te maltrate física o emocionalmente, mereces sentirte querido y ser tratado con respeto y gentileza. Rodéate de personas que te aprecien y quítales el poder que les das a las personas que te afectan negativamente.
Una autoestima sana nos da una visión optimista y positiva de la vida. Además, nos convierte en personas felices y autosuficientes. No necesitamos tanto de la aprobación o de la motivación que nos puedan dar los demás y podemos disfrutar del derecho a elegir con quien vamos a relacionarnos.
Por eso, más importante que lo que los demás piensen de ti, es lo que tú creas de ti mismo.
Claves para valorarte más
Reconoce y acepta tus cualidades y talentos. Piensa en tus aspectos positivos en lugar de fijarte en tus limitaciones. Haz una lista con todos los aspectos positivos que posees y apóyate en ellos.
Haz cosas que te hagan sentir bien. Tú eres la persona que tiene que sentirse satisfecha con lo que hace y con el resultado de sus esfuerzos.
Atrévete a expresar lo que piensas con seguridad. Evita suponer lo que pensarán los demás de tus ideas y comentarios. Recuerda que siempre encontrarás personas afines con tu punto de vista. No seas crítico contigo mismo.
Cultiva tu individualidad. Cuando te comparas con los demás y quieres parecerte a otra persona, pierdes tu identidad. Acéptate como eres y anímate a ser auténtico en todo momento. Rescata tus valores.
'Erase una vez un hermoso jardín que hacia las delicias de su dueño, quien se dedicaba a él en cuerpo y alma. Cada mañana, cruzaba el jardín, para llenar los cubos con el agua cristalina del arroyo. Luego, recorría el jardín para regar las flores. Él necesitaba dos cubos. Uno era fuerte y reluciente, recién comprado. El otro, en cambio, era viejo y le empezaban a pasar factura los años de servicio. Cada mañana, el jardinero llenaba los dos cubos. El nuevo que estaba muy orgulloso de sí mismo, era capaz de transportar el agua sin derramar una sola gota. El pobre cubo viejo se sentía acomplejado al mirar a su compañero de faena. Era consciente de que tenía muchos agujeros y de que había perdido gran parte del agua para cuando el jardinero alcanzaba las flores. A veces, los cubos conversaban mientras el jardinero los transportaba. El cubo nuevo decía: "Mira lo eficaz que soy. Menos mal que el jardinero me tiene a mí para asegurarse de que sus flores reciben suficiente agua cada día. No sé por qué pierde el tiempo contigo, lo único que haces es ocupar espacio en la caseta". El viejo respondía: "Yo sé, no sirvo para nada, pero lo hago lo mejor que puedo. Gracias a Dios, el jardinero sigue considerándome de utilidad".
Un día, el jardinero escuchó la conversación de los cubos. Al llegar a las flores, las regó como siempre: utilizó el cubo nuevo primero y después el cubo viejo, que, como era habitual, había perdido la mitad del agua. Luego les dijo: "Gracias a los dos por vuestro trabajo. Voy a dejaros de nuevo en la caseta y quiero que os fijéis atentamente en el camino". Ambos comprobaron que el lado del camino por el que el jardinero transportaba el cubo nuevo estaba seco, mientras que el del cubo viejo lucía un hermoso verdor, donde, en unas semanas, creció una bella hilera de flores que atravesaba el largo jardín".
Hay personas que, con frecuencia, ofrecen a los demás un trato más amable y respetuoso del que se dan a ellas mismas. Inclusive, están más dispuestas a sacrificar su tiempo y energía para complacer a otros, en lugar de hacer el mismo esfuerzo cuando ellas mismas lo necesitan. La autoestima es la capacidad que desarrollamos de aceptarnos y querernos a nosotros mismos, independientemente de lo que los demás piensen de nosotros. Valorarnos y tratarnos bien es la clave para conseguir el bienestar y el éxito.
Una autoestima sana se refleja en la confianza que tenemos en nuestras cualidades y talentos, en la capacidad de establecer límites justos en relación con otras personas; también, en la voluntad que tengamos para hacer todo aquello que nos haga sentir mejor y que nos impulse a conseguir nuestras metas.
Somos nosotros quienes les enseñamos a los demás como nos van a tratar. No permitas que alguien te maltrate física o emocionalmente, mereces sentirte querido y ser tratado con respeto y gentileza. Rodéate de personas que te aprecien y quítales el poder que les das a las personas que te afectan negativamente.
Una autoestima sana nos da una visión optimista y positiva de la vida. Además, nos convierte en personas felices y autosuficientes. No necesitamos tanto de la aprobación o de la motivación que nos puedan dar los demás y podemos disfrutar del derecho a elegir con quien vamos a relacionarnos.
Por eso, más importante que lo que los demás piensen de ti, es lo que tú creas de ti mismo.
Claves para valorarte más
Reconoce y acepta tus cualidades y talentos. Piensa en tus aspectos positivos en lugar de fijarte en tus limitaciones. Haz una lista con todos los aspectos positivos que posees y apóyate en ellos.
Haz cosas que te hagan sentir bien. Tú eres la persona que tiene que sentirse satisfecha con lo que hace y con el resultado de sus esfuerzos.
Atrévete a expresar lo que piensas con seguridad. Evita suponer lo que pensarán los demás de tus ideas y comentarios. Recuerda que siempre encontrarás personas afines con tu punto de vista. No seas crítico contigo mismo.
Cultiva tu individualidad. Cuando te comparas con los demás y quieres parecerte a otra persona, pierdes tu identidad. Acéptate como eres y anímate a ser auténtico en todo momento. Rescata tus valores.
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