domingo, 30 de abril de 2006

Despierta, es la hora de comenzar a vivir

“Un hombre muy ocupado visitó a un sabio maestro. Había oído que era un santo y tenía mucho interés en conocerlo. Cuando al fin se sentó frente a él, este le habló:
-Ya no eres joven, así que yo te diría que es conveniente que comiences a abandonar la vida que llevas y a ocuparte un poco más de ti.

-Lo haría —replicó el hombre—, ¡pero estoy tan ocupado! Atiendo mis negocios, voy a reuniones de trabajo, asisto a fiestas sociales, charlo con mis colegas, en verdad no puedo parar… ¡Estoy tan ocupado!

El maestro repuso entonces:
-Entonces manda a hacer desde ya una lapida que diga: “Aquí yace un hombre que supo llenar su vida de inútiles actividades y nunca pudo vivir realmente!”.


La mayoría de las personas luchan a lo largo de su vida por lograr una cierta independencia; es decir, por tener la posibilidad de ser ellos mismos sin necesidad de buscar o requerir la aprobación y el consentimiento permanente de los demás. Y, ciertamente, cuando somos muy jóvenes, no tenemos la madurez, la experiencia, la responsabilidad, ni siquiera el conocimiento necesario para autoconducirnos, a pesar de que siendo adolescentes pensamos que sí podemos hacerlo. Pero cuando llegamos a la etapa de adultos, cercanos a los cuarenta, donde ya hemos terminado con casi la mayoría de las responsabilidades y compromisos que consumen la mayor parte de nuestro tiempo, como: los estudios, la independencia económica, el pago de la hipoteca, los hijos… y contando al fin con la posibilidad de disfrutar de un cierto margen de tiempo de calidad para nosotros, algunas personas, aunque parezca extraño, eligen seguir viviendo vigilados, oprimidos o manejados por alguien, que les dice qué hacer, cómo deben actuar o comportarse y qué es lo más conveniente para ellos. Si tienes una pareja, unos hijos, unos amigos o unos padres que constantemente te corrigen, te critican, te analizan, te juzgan, te dicen que no o tratan de dominarte, diles que a menos que estés a punto de cometer un error grave o pongas en peligro tu integridad o la de los tuyos ¡te acepten como eres y te dejen ser!
Este es el momento para comenzar a vivir una nueva y diferente etapa de nuestra vida, donde podamos ser más auténticos, expresar con responsabilidad lo que pensamos y sentimos, revivir nuestros viejos sueños, practicar el hobbie que siempre quisimos, ser más espontáneos para hacer aquellas cosas que nos provocan, que nos inspiran o que nos relajan y, ¡ojalá!, tener el regalo de poder compartirlo con algún ser querido. ¿Qué estamos esperando para hacerlo?

Tal vez eres de las personas que piensa tanto lo que va a hacer, que termina quedándose donde está, repitiendo y conservando su mismo viejo estilo de vida, sin atreverse a tomar una decisión que le permita modificar o incluir un par de cambios en su rutina de vida, para darle más color, emoción y pasión a sus días.

La verdadera libertad llega a nosotros, como consecuencia de la madurez, la experiencia, la responsabilidad y la conciencia que hemos adquirido a través de los años, pues sólo entonces podemos ejercerla, sin que esto signifique evadir alguna de nuestras responsabilidades o hacer algo que atente contra nosotros mismos o contra los demás. En realidad, todo depende de la intención que tengamos y de la decisión valiente y entusiasta que tomemos de vivir como en realidad quisiéramos hacerlo.
¿Tienes ganas de bailar, de hacer teatro, de pintar, de vivir en otra ciudad, de comerte un helado con más frecuencia, de no bañarte un día, de quedarte un poco más en la cama de vez en cuando, de volver a leer tus viejas novelas de ficción o de acción, de ver con tu pareja tu película preferida varias veces?

Piensa en qué te impide hacerlo y busca la manera de resolverlo.

Para comenzar
l Escribe las cinco cosas que más te gusta hacer. Proponte tener el tiempo y la disposición para analizar e investigar dónde, cómo, qué necesitas y cuándo vas a realizarlas.

- Crea un espacio propio. Encuentra un lugar en tu casa donde puedas poner y tener los objetos, los colores, la música y las cosas que te hacen sentir bien. Un lugar donde otros no metan las manos y puedas encontrarte a salvo.

- Sé tú mismo. Evita actuar para complacer siempre a los otros, inclúyete en la lista de pendientes y deseos por cumplir.

- Abrete para experimentar. Atrévete a hacer cosas diferentes, sobre todo si van a hacerte sentir mejor. Si tú estás bien, todo lo que salga de ti será bueno para otros.
¡Suelta el pasado, deja de preocuparte por el futuro, vive el presente, la vida es maravillosa, todo va a estar bien! l

domingo, 23 de abril de 2006

Dile no al pánico

“En una ocasion, un león se aproximó hasta un lago de aguas tranquilas para calmar su sed y al acercarse a las mismas, vio su rostro reflejado en ellas y se dijo: ‘ ¡Vaya!, este lago debe ser de este león, tengo que tener mucho cuidado con él.’ Atemorizado se retiro de las aguas, pero tenía tanta sed que regresó a las mismas. Allí estaba otra vez el león. ¿Qué hacer? La sed lo devoraba y no había otro lago cercano. Retrocedió. Y unos minutos después volvió a intentarlo, al ver al león de nuevo abrió las fauces amenazadoramente, pero al comprobar que el otro león hacia lo mismo sintió terror. Salió corriendo otra vez, pero era tanta su sed que lo intentó varias veces, pero siempre huía espantado.
Su necesidad de agua era cada vez más intensa así que tomó finalmente la decisión de beber sucediera lo que sucediese. Así lo hizo.
Y al meter al fin, la cabeza en el agua, el león desapareció”

Cuántas veces nos sucede lo mismo que al león de la historia…

Cuando el temor se convierte en nuestro más asiduo compañero y consejero, comenzamos a actuar impulsados por él, sin darnos cuenta del desgaste que nos produce vivir imaginando situaciones terribles, que tal vez nunca sucedan. Los miedos nos protegen pero también nos preocupan, nos inquietan y paralizan, frenando o imposibilitando nuestro avance y desarrollo personal.

El miedo es inherente al ser humano, es un aliado que nos permite anticipar y considerar los peligros a los que estamos expuestos en un momento dado, para activar nuestro sistema de alarma y protección. Pero existe otro, el que surge ante los pensamientos y las ideas negativas y catastróficas, que es alimentado por rumores, comentarios y noticias negativas, y que nos estimulan a pensar, inclusive a imaginar el desarrollo de estos eventos siempre de la peor manera. Afrontarlo, es el primer paso para superarlo.

Algunos de los miedos más
frecuentes y cómo superarlos
Miedo al dolor: Si alguna vez estuviste en una situación de dolor y la superaste, puedes volver a hacerlo. Además, hoy en día existen muchos medios para tratarlo y minimizarlo.

Miedo a perder el control: Imagina de vez en cuando que sueltas el control de una situación, ¿que es lo pero que puede pasar si lo pierdes? Tal vez descubras que no necesitas ejercerlo y que puedes compartirlo o delegar parte de tus responsabilidades en otras personas.

Miedo al fracaso: Recuerda que quien comete un error siempre tiene la posibilidad de corregirlo y perfeccionar su próximo intento. ¡El fracaso es parte determinante del éxito! Enfrenta tus retos con la confianza de toda la experiencia acumulada.

Miedo al compromiso: Evalúa tus opciones, toma una decisión, y sigue ese camino afrontando tus temores con valor en la medida en que van apareciendo. Evita concentrarte en lo que dejaste atrás y hazlo en todo lo que has ganado con él.

Miedo al cambio: Romper los patrones y afrontar lo desconocido siempre nos produce temor. Afrontar una transformación implica que una parte de nosotros o de nuestra vida muere para dar comienzo a una completamente nueva y diferente. Acepta que los cambios se acompañan de cierto malestar y no los rechaces por ello, atrévete a experimentarlos y a tomar el mejor provecho de ellos.

Miedo a la libertad: A muchas personas les cuesta tomar decisiones y asumir la responsabilidad que conllevan. Pero en realidad lo que temen es a su propia libertad. Con la práctica se aprende a tomar decisiones; atrévete a hacer elecciones tomando en cuenta tus deseos y tus sueños. Evita estar a la sombra de las decisiones que toman los demás.

Ejercicio para superar el temor
Sentado cómodamente con los ojos cerrados imagina una situación que te produzca temor, y luego sustitúyela por una imagen agradable, positiva y tranquilizante, respira a tu propio ritmo y relájate. Verás como rápidamente baja la tensión y poco a poco aprendes a manejar tu ansiedad.

Hay personas que entran en un círculo vicioso en el que tienen sensaciones negativas tan reales que estas agravan su miedo. No es fácil superar estas crisis por nosotros mismos, es importante buscar el apoyo de un buen especialista.
¡Suelta el pasado, deja de preocuparte por el futuro, vive en presente, la vida es maravillosa, todo va a estar bien!