domingo, 17 de febrero de 2008

La alegría de compartir

"Compartir implica dar y, también, saber recibir; la reciprocidad es importante para que pueda abrirse y cerrarse el círculo del intercambio"

Ayer, tarde en la noche, sonó el teléfono de mi casa, y resultó ser un viejo amigo que, con voz emocionada, me dijo: "Disculpa la hora, pero tenía que llamarte". "¿Qué pasó?", le dije, sorprendida, ante su voz de entusiasmo y alegría.

"Maytte, pensarás que estoy loco, pero te estoy llamando de mi teléfono a esta hora, mientras manejo un carro rentado por una carretera de montaña en Suiza, son las cuatro y media de la mañana, estoy solo y guiándome con un mapa para llegar a la próxima ciudad donde voy a dormir, pues mañana tengo una reunión muy importante de negocios. No te imaginas lo fantástico que es este lugar. Es como una postal, hay un silencio absoluto, la luna está llena y enorme en un cielo azul lleno de estrellas, impresionante. Todo está nevado a mí alrededor, parece como si una sábana blanca y brillante lo hubiese cubierto todo. A lo lejos hay una casita con una luz encendida adentro, todo es verdaderamente impresionante… Nunca había estado en un lugar como éste en mi vida, me siento tan mocionado que necesitaba compartirlo con alguien que comprendiera lo que siento. Tomé el teléfono y decidí llamarte, porque sé que me entenderías, esto no podía ser para mí solo".

Cuando se despidió, le conté a mi esposo y a mis hijas, que estaban a la expectativa de saber quién había llamado a esa hora, y, juntos, compartimos un buen rato sobre el significado de su llamada, de lo especial que nos pareció y de lo importante que es tener a alguien con quien compartir lo que sentimos y vivimos en ciertos momentos de nuestra vida.

¿Alguna vez has sentido la necesidad de compartir con otra persona lo que sientes? Pareciera que al hacerlo nos sentimos de repente aliviados, emocionados, comprendidos y, por lo tanto, acompañados, pudiendo así aligerar la carga emocional, si ha sido una experiencia difícil, o enriquecernos, si por el contrario ha sido positiva.

Compartir es una herramienta que nos acerca, que nos permite intercambiar nuestras experiencias, conocimientos, sentimientos y pensamientos, para aportar y apoyar a otras personas, pero también para aprender y crecer como seres humanos.

Cuando nos entregamos a compartir, bajamos las defensas que nos separan y que nos protegen de los demás por un momento, para abrir nuestro espacio interior y dejar que los mejores sentimientos nos impulsen a dar o a recibir, sin caretas, sin prejuicios, sin interés y sin miedo. Desde pequeños, en algunas familias, nos enseñan a compartir con nuestros hermanos y con los amigos, pero pocas veces nos dicen que compartir implica dar y también saber recibir; que la reciprocidad es importante para que pueda abrirse y cerrarse el círculo del intercambio con los demás.

Muchas veces el egoísmo y la ambición hacen que seamos víctimas de la manipulación de otros que se sienten superiores a nosotros por el hecho de aprovecharse de nuestra nobleza al compartir. Esto hace que algunas personas decidan dejar de hacerlo, para protegerse de la manipulación o de la traición de la que fueron víctimas en algún momento de sus vidas.

Claves para Compartir
Entregar lo que tenemos. El principio de la abundancia radica en desarrollar
la capacidad de compartir con los demás. Cuando lo hacemos desinteresadamente;
es decir, sin esperar recibir nada a cambio, sólo por el placer genuino de dar
y de acercarnos a los demás para suavizar o alegrar sus vidas, el universo
conspira siempre para devolvérnoslo.

Expresar nuestras vivencias. Vencer la resistencia a compartir con otra persona
lo que sentimos o lo que vivimos nos acerca y fortalece el vínculo de cariño y de amistad. Además, cuando también compartimos nuestras inquietudes o dudas acerca de algo, podemos recibir la información o la ayuda que estábamos necesitando.

Confiar. Déjate llevar por el impulso que experimentes en un momento, frente a un evento especial, mágico o conmovedor, de compartir con alguien lo que sientas en ese instante… Hacerlo abre las puertas para la comunicación del corazón, fortalece la relación, aleja la soledad y te enriquece espiritualmente.

Ejercicio de visualización

Escoge un lugar agradable, tal vez
un área de la casa donde te sientas
a gusto y en paz. Enciende una velita, prende un incienso o coloca una música suave para ayudarte en la relajación. Escoge el lugar donde te vas a sentar. Puedes hacerlo acostado, pero es preferible que lo hagas sentado, pues es muy fácil quedarte dormido si te acuestas. Si esto
te sucede, no te preocupes, pues, seguramente, estás cansado y la relajación hace que tu cuerpo, naturalmente, busque el descanso. Sigue practicando.

Tómate unos minutos, antes de comenzar el ejercicio, para pensar en aquello que quieres atraer hacia tu vida, ojalá que con lujo de detalles. Puedes visualizarte a ti mismo logrando algo que te has propuesto, pero también puedes visualizar una situación o un momento que deseas experimentar...

Luego de que tengas bien definida tu meta -lo más conveniente es que sea una a la vez-, estarás listo para comenzar a practicar la visualización. Recuerda que podemos enviar a otros nuestros mejores deseos y pensamientos, pero no nos está permitido influenciarlos directamente o cambiar sus circunstancias de vida desde afuera. Prepárate, pues, para poner en práctica una técnica muy sencilla de visualización:

El ejercicio
Comienza por cerrar los ojos y concentrar la atención en tu respiración. Realiza varias respiraciones suaves y profundas. Hazlo tomando el aire por la nariz y botándolo por la boca. Mientras lo haces, procura soltar la tensión acumulada en tu cuerpo, afloja cada parte de él y descansa... al término de la séptima respiración trae mentalmente el recuerdo de ese lugar donde, alguna vez, te sentiste bien, a gusto y en paz. Recuérdalo y recórrelo en tu imaginación. Luego saca ese recuerdo, conserva tus sentimientos positivos y comienza a construir la imagen mental de tu situación ideal.

Imagínala como si ya estuviese sucediendo. Si te es posible, recréala con todos los detalles, respira profundo y, al botar el aire, piensa que ya la conseguiste. Quédate ahí, disfrutando de tu logro y del estado de relajación por unos minutos...

Coloca la imagen en acción. Visualízala como si la vieras en un escenario. Por ejemplo, si deseas imaginar que te dan un aumento de sueldo, imagina la escena en la oficina de tu jefe.

Pon todos tus sentidos en acción. Cuanto más real sea la visualización, mejores serán los beneficios. Ve el lugar con todos los detalles, incluidos el color, los muebles, la pintura de las paredes. Pregúntate: ¿A qué olería? ¿Cuál sería la temperatura?

La duración de la visualización no es tan importante como la calidad de la concentración, si estás realmente "dentro" de ella, unos pocos minutos serán suficientes.

Para finalizar, suavemente, realiza un par de respiraciones y da las gracias a la Divinidad como si ya hubieses alcanzado tu meta. Luego, recuerda mentalmente dónde te encuentras, siente tu cuerpo y, en el momento en que lo desees, abre los ojos suavemente.

Te sugiero que practiques este ejercicio en la noche antes de acostarte o en la mañana antes de comenzar con tu actividad diaria. Hazlo con disciplina. Aun cuando no pudieras mantener la imagen mental -a algunas personas no les resulta fácil el acto de imaginar-, es suficiente con que logres sentir y ver por un segundo lo que quieres. Evita pensar en cómo lo lograrás. Siéntete dispuesto a hacer cuanto sea necesario para conseguirlo y será la Divinidad quien te presente el camino y las herramientas que usarás.

domingo, 10 de febrero de 2008

Conservar la amistad

"Los amigos son un regalo esencial. Aprendamos a valorarlos y a disfrutarlos"

Una vez más, como todos los años, dediqué toda la mañana a realizar mis llamadas de Navidad, ritual que practico desde hace mucho tiempo, y que uso para saludar, agradecer y compartir mis deseos de felicidad con todos mis amigos y también con aquellas personas que, de una u otra forma, han sido un instrumento para compartir conmigo algún regalo esencial, de esos que nos envía la vida. Agradecí, inclusive, a las máquinas "contestadoras" de teléfono por la posibilidad de dejar mi mensaje grabado en ellas a mis amigos ausentes, para poder así alimentar y fortalecer la amistad que nos une a través del tiempo y la distancia.

Mientras marcaba los diferentes números telefónicos, recordaba los momentos que compartimos, sus caras, sus risas, algunas de sus historias y el tiempo que pasó desde la última vez que nos vimos y tuvimos la oportunidad de estar juntos…

La verdadera amistad, puede comenzar por un encuentro aparentemente casual; pero, si existe disposición, afinidad y empatía al conocer al otro, seguramente este simple contacto se convertirá en una mágica relación que nos acompañará toda la vida.

La amistad es una calle de doble vía; es decir, que no podemos esperar pasivamente a que los amigos sean los únicos que toman iniciativas y acciones para acercarse a nosotros. La reciprocidad es indispensable para que el sentimiento perdure y se fortalezca en el tiempo. No podemos buscar a los amigos sólo cuando necesitamos un favor. La amistad hay que alimentarla y regarla como si fuera una planta; me he dado cuenta de que si no mantenemos un contacto frecuente, intercambiando experiencias y acompañándonos en los momentos especiales, aun a través de una llamada o de un correo, la amistad se irá secando y terminará convirtiéndose en una especie de recuerdo, sin emociones ni sentimientos.

Te has preguntado alguna vez qué pasaría si tú dejaras de tomar la iniciativa de llamar o de invitar a tus amigos, ¿Lo harían ellos? O si eres tú quien asume la posición pasiva en la amistad, ¿qué pasaría si ellos dejaran de buscarte y de estar pendientes de ti? ¿Cómo te sentirías? Estas son algunas de las muchas preguntas que muy pocas veces nos hacemos, tal vez por temor a obtener las respuestas.

Recuperar y mantener a los amigos es una de las grandes gratificaciones de la vida, porque nos motiva los sentimiento de cariño, de lealtad, de gratitud hacia esa persona que, de una u otra forma, nos apoyó, nos acompañó, y que nos aceptó sin juzgarnos o criticarnos. Muchas veces el exceso de ocupaciones, la distancia y el no considerarlo tan importante, hace que los días pasen sin que hagamos ese contacto tan importante para alimentar nuestra amistad.

Si bien no debemos esperar recibir nada a cambio por lo que damos, es muy grato saber que las personas que apreciamos también experimentan el mismo sentimiento hacia nosotros.

No es fácil, si estamos lejos, mantener una buena comunicación, pero si conservamos el deseo de hacerlo, lo único que tendríamos que hacer sería incorporar a nuestra agenda un punto extra: Hacer esa corta llamada para decir simplemente: "te recuerdo", o escribir un correo que diga: "te extraño", compartir algunas fotos recientes o, simplemente, recordarlos y enviarles un pensamiento de cariño y gratitud, donde quiera que se encuentren. Si queremos seguir contando con la presencia gratificante y protectora de nuestros amigos, debemos ocuparnos de mantener el contacto, la comunicación y el intercambio de las situaciones especiales que vivimos, celebrar sus éxitos, emocionarnos con sus logros, apoyarlos en sus cambios y, por encima de todo, resaltar la amistad que compartimos. Podemos recuperar a los viejos amigos y rescatar así, una parte valiosa de nuestra historia personal.



Tengo problemas para hacer amigos

La vida me ha llevado a cambiar de ciudad un par de veces por
motivo de mi trabajo y cada vez me resulta más difícil formar parte de un grupo social. Me he acostumbrado a vivir en soledad. Me siento bien, pero sé que debería socializar un poco más. Además, me siento sola, extraño a mi familia que está lejos. En el trabajo converso y me relaciono con cierta confianza, pero al salir de la oficina siempre digo no a las pocas invitaciones que me hacen. ¿Me puedes dar alguna clave para resolver esta situación?

Lo más importante es que tienes el deseo de cambiar tu actitud y de darte la oportunidad de iniciar nuevas amistades. Todos podemos aprender estrategias simples que nos ayuden a conseguirlo. No creas ni por un momento que te quedarás así para toda la vida, condenada a la soledad. Estoy segura de que en la medida en que te atrevas a ser tú misma y a compartir con otros, muy pronto encontrarás personas afines con tu manera de ser y de interpretar la vida.

Son varias las razones por las cuales se nos dificulta hacer amigos,
algunas de ellas son:

• Mantenemos una distancia fría con las demás personas
• No expresamos claramente nuestro interés en lo que nos cuentan
• No hablamos sobre nosotros
• El tono de voz que usamos es demasiado bajo o por el contrario es un poco agresivo
• No opinamos cuando conversan sobre algún tema
• Nuestra expresión corporal no muestra interés o entusiasmo alguno.

Cualquiera de estas actitudes puede mantenernos alejados de las demás personas. Es posible que debas aprender a sentir más confianza en ti misma, en tus cualidades y mejores características, para que al momento de acercarte a los otros lo hagas con más confianza y sin temor a sentirte rechazada. Sonríe con frecuencia y hazlo mostrando tus dientes para expresar tu agrado y entusiasmo, especialmente al momento de reunirte con los amigos. Anímate a hablar un poco acerca de ti misma, tal vez no quieras contarles acerca de tus problemas y puedes guardar tu privacidad al respecto, pero compartir algunasanécdotas personales hará que te perciban más interesada en establecer una relación.

Muéstrate interesada en sus asuntos, explora la posibilidad de apoyarles o de aportar alguna idea o comentario a la conversación que comparten. Si algunas personas no responden como quisieras, no debes rendirte. Hacer amigos es cuestión de práctica, estoy segura de que cada vez actuarás con más naturalidad y confianza.

Claves

1. Interésate genuinamente en tus amigos. Todos necesitamos sentirnos apoyados, queridos y valorados. Conviértete en una persona detallista, conoce sus gustos e intereses, anota sus fechas especiales, apóyalos
en sus proyectos personales.

2. Acepta a cada quien como es. En lugar de criticarlos y juzgarlos, anímate
a resaltar todo lo positivo que hacen tus amigos. Reconoce sus
cualidades y minimiza sus limitaciones.

3. Toma la iniciativa. Decide ser tú el que tome la iniciativa para acercarte. Envíales un mensaje de saludo o, si tienes tiempo, invítalos a compartir contigo alguna actividad divertida. Lo importante es mantener el contacto siempre.

4. Sé generoso. Ten presente que más importante que pedir y exigir es dar
y compartir. Muéstrate solidario y dispuesto a brindarles a tus amigos la compañía, el apoyo y el cariño que necesitan.